3.10.09

siesta

Vida mía
Hoy por la tarde dormiste junto a mí.
Miraba tu rostro inocente, bello, plácido.
Rogué profundamente y te hablé en silencio.
Necesitaba contarte todo lo que
sentía mi alma.
Una idea predominaba.
Una imagen brotaba.

De mi corazón salía un brazo
largo, largo,
con una mano tierna,
que sin tocarte siquiera,
apenas apoyada sobre tu cabecita,
servía de escudo para tu vida.
Era fuerte y valiente para tus luchas.
Era suave y etérea para tus anhelos.
Era acariciadora para tus miedos.
Era cálida para tus angustias.
Era fresca para tus momentos de arrebato.
Era enorme para sujetarte.
Era suelta para tu libertad.


18 de noviembre de 2003

1 comentario:

Cristina Morey dijo...

MUY BELLO
GRACIAS SU!!!

Cris